viernes, 9 de junio de 2017

La izquierda revolucionaria debe dejar la fe de lado

Existe una creencia ya muy extendida y que no implica otra cosa que parte del duelo en que transitan los negacionistas del colapso, que es aquella que se esperanza en las nuevas tecnologías limpias, las cuales solucionarán la terrible crisis ecológica abierta en la presente coyuntura epocal. La misma izquierda revolucionaria también está inmersa en ese duelo. Ella no anuncia la muerte de nuestra civilización, sino que apela a salvarla desde sus peleas reformistas: ganar elecciones, sumar adeptos, sacar comunicados, denunciar desde los congresos, dirigir (muchas veces mal) sindicatos, y cuando las revoluciones se presentan, están siempre partidos al medio. 

No pasa por un deseo personal, ni siquiera por un sueño delirante de un marxista "descompuesto"; todos los datos ofrecidos nos llevan a la misma conclusión: la barbarie a escalas superiores. 

Por solo ahondar en un ejemplo clarito de cómo se diluye la esperanza de estos negacionistas del colapso, tomemos el caso de la inutilidad próxima de pelear por el control obrero de fábricas automotrices:

El prius es el auto híbrido más vendido en el mundo. Los autos eléctricos son claramente menos contaminantes, pero no menos insostenibles. Terribles procesos de contaminación, las reservas de litio para las baterias es insuficiente, duplicación o triplicación de la demanda eléctrica, entre otros, hacen de este proyecto de tecnología limpia toda una utopía. Sustituir la flota de autos por otros menos contaminantes es imposible, menos en los términos de un mundo dominado por el capital. Nada funciona si no hay rentabilidad. Quien se ponga a investigar un poco sobre los grandes problemas que implican replantear la maquinaria fordista en una coyuntura de limitación de recursos y sobreexplotación se encontrará con una versión más realista del futuro. No hay ninguna posibilidad de sostener la civilización, solo nos queda utilizar la ciencia y la política para empezar a decrecer rápidamente y enseñarnos y enseñar a nuestros hijos que el futuro no estará dominado por autos voladores sino por dióxido de carbono (el temible CO2) y el terror del metano. En ese marco, los crecimientos solo podrán ser "humanos", pero no ya materiales (es criminal que cierta izquierda le prometa la religiosa premisa de la "multiplicación de los panes" en un marco de extinción masiva). Pero para este tipo de "crecimiento"  debe haber un aumento sincero de personas que se involucren con la batalla cultural (totalmente marginada por la política) a la cual nadie está apostando y que es de una importancia vital para los próximos años. 

En una época como esta, no solo habrá que escuchar o leer a marxistas, sino también científicos comprometidos con los estudios de nuestra biosfera, porque sin estos, aquellos no existirán próximamente. 





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