martes, 21 de noviembre de 2017

La fe de Geostorm en la tecnología, como la de mucha izquierda


La película Geostorm, a pesar de que apunta a reflexionar sobre los peligros reales del desequilibrio climático, tiene en su contra la promoción que lleva adelante de activar en el espectador la fe en las tecnologías para controlar el cambio climático.  Algo que solo tiene sustento en los chantas y los capitalistas que están atrapados en la lógica del mercado. Su visión no es utópica,  más bien es liquidacionista, al colaborar desde el aparato cultural a desarrollar esa postergación para diseñar planificaciones y acciones efectivas para la terrible crisis que enfrenta la humanidad de aquí en adelante. Esa esperanza religiosa en la tecnología es un síntoma de una época en descomposición. La película es tan pobre en el análisis del problema que plantea que un tipo, experto en alguna ciencia, puede, sumando y restando, ordenar nada menos que los miles de ecosistemas planetarios y sus reveses sociales y políticos. Esta es la venta de humo que tiene el cine mercenario para calmar los nervios de las poblaciones que empiezan a vivir en carne propia las catástrofes. 

No solo en el futuro inmediato dejaremos de creer poco a poco en estos chantas, sean estos de derecha o de izquierda, que caracterizan un mundo en peligro pero en el que todavía se puede revertir el desequilibrio, sino también que comprenderemos que esta vez estaremos obligados a organizarnos para establecer las mínimas condiciones de supervivencia so pena de extinguirnos más rápido de lo que esperábamos. 

Cada vez con más frecuencia y peso político y cultural se viene instalando la cuestión del cambio climático como eje de debate; pero el mensaje que se viene elaborando desde casi todos los ángulos (salvo de las excepcionales caracterizaciones de ciertos sectores científicos y ecosocialistas) baja la linea de la pasividad, aunque advierte el peligro discursivamente. 

Una película -o una política- que intente reflejar su comprensión real de qué tipo de desastres nos enfrentaremos debe tener en cuenta que existen determinados umbrales que una vez superados no existe ninguna "magia" (léase aquí "ciencia" para los negadores del colapso) que lo revierta. Y en el planeta existen algunos umbrales que ya han sido rebasados y que no son tomados en cuenta para elaborar reflexiones y, mucho  menos, políticas serias al respecto. Como en la película, algunos apologistas de la salvación de la civilización, y aquí entran muchos socialistas inclusive, creen que en el futuro con algunos paneles solares, autos eléctricos, y alguna disposición de la ciencia en manos de algunos genios (burgueses u obreros) sobreviviremos sin mucho drama. Para estos no le  cabe otro calificativo que el de necios, y,  a la película, tomates podridos.

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